Los genes sólo constituyen una pequeña parte del genoma, del 1 al 2%, el resto está compuesto por regiones intergénicas que no codifican proteínas.
Cada uno de los más de 200 tipos de células del cuerpo interpreta esta información idéntica de manera muy diferente para realizar las funciones necesarias para mantenernos con vida. Esto demuestra que debemos mirar más allá de la secuencia del ADN en sí para comprender cómo funciona un organismo y sus células.
La epigenética explica cómo las experiencias pueden alterar la actividad genética sin interferir con la secuencia del ADN. También es responsable de la herencia de varios rasgos y la capacidad de transmitir estos rasgos a lo largo de varias generaciones. Mucha gente llama a esto memoria celular.
Anteriormente, se creía que las transformaciones epigenéticas tenían un solo lugar en la etapa inicial de la formación de un organismo y no se observan en la edad adulta ... Pero todo cambió a finales del siglo XX, cuando se produjo una revolución en la visión genética... Quedó muy claro que estos cambios ocurren constantemente y afectan a nuestras vidas.
Uno de los mecanismos de regulación epigenética de la actividad génica más estudiados es el proceso de metilación, que consiste en la adición de un grupo metilo a las bases de ADN citosadas.
La metilación es un proceso importante para nuestros genes en diferentes momentos de nuestras vidas, y las condiciones que interfieren con la metilación pueden causarnos daño en el futuro. Por ejemplo, durante el embarazo, es muy importante consumir ácido fólico junto con la vitamina B12 y el aminoácido metionina, que sirve como donante-proveedor de grupos metilo necesarios para el flujo normal de metilación, de lo contrario aumenta el riesgo de patologías en el bebé.
Otro buen ejemplo: el consumo continuo de té verde reduce el riesgo de cáncer, ya que contiene una sustancia llamada galato de epigalocatequina (EGCG), que puede activar genes que inhiben el crecimiento tumoral desmetilando sus sitios de ADN.
Nuestra información genética está codificada en las bases de la secuencia del ADN. Dentro de las células, el ADN está enrollado alrededor de proteínas llamadas histonas. El ADN libre de histonas permite que sus genes se activen. A su vez, los genes enrollados alrededor de las histonas se desactivan.
Una de las formas de desactivar un determinado gen es adjuntarle un pequeño grupo metilo. Esto implica que la enzima DNMT se una al ADN y transfiera el grupo metilo a la base de la citosina, que se enrolla en la cadena de ADN (esto suele ocurrir en áreas donde la guanina sigue a la citosina).
La metilación del ADN es un proceso en el que, en determinadas condiciones ambientales, una determinada parte de los genes se activa o desactiva sin cambiar la estructura del ADN. El gen sigue siendo el mismo, pero su expresión, es decir, su actividad, cambia.
En primer lugar es necesario comprender qué entendemos por expresión génica. Los genes codifican la información necesaria para producir proteínas, que son las moléculas que realizan funciones en la célula. La cantidad de proteína que un gen determinado produce en última instancia o si se le permite producir proteína en absoluto, está determinado por su expresión o actividad génica.
Si la célula está gastando energía para producir ARN a partir del ADN, es probable que se esté utilizando para algo. Las proteínas que se unen al ADN influyen en la expresión de un gen, y las modificaciones químicas del ADN también pueden prevenir o mejorar la expresión génica.
La complejidad funcional de los folículos pilosos lo convierte en una fuente perfecta para proporcionar resultados integrales basados en su bioinformación.
El músculo erector del pelo o piloerector detecta constantemente no sólo los cambios de temperatura y presión atmosférica, sino también las vibraciones y frecuencias del ecosistema y el área circundante.
Reacciona instantáneamente a los cambios y amenazas del entorno, lo que hace que el cabello "se erice" y se relaje cuando el ambiente está en calma. Se expande y se contrae cuando el sistema se sobrecalienta o se enfría, por lo tanto, las células contenidas en el bulbo piloso almacenan la bioinformación ya que está conectada al músculo arrector pili.